El pacto de Robert Johnson

"Para aprender a tocar todo lo que quieras y componer tus propias canciones tienes que llevar tu guitarra a un cruce de caminos, al lugar donde dos caminos se cortan. Ve allí y asegúrate de estar en el sitio preciso antes de medianoche. Entonces, coge la guitarra y toca algo tuyo. Un hombre grande y negro irá hasta allí, cogerá tu quitarra y tocará para ti, hará sonar tu canción y te devolverá la guitarra. De esta forma aprendí todo lo que necesito para tocar."

Robert Spencer nació el 8 de mayo de 1911 en Hazlehurst, Misisipi. Se cambió el apellido por Johnson al enterarse que era fruto de una relación esporádica de su madre con un jornalero llamado Noah Johnson. 

Robert Johnson, como pasará a ser conocido, nunca destacó en sus estudios, pero desde pequeño mostró interés por la música, en especial por el arpa y la armónica. No fue hasta la adolescencia cuando comenzó a tocar la guitarra. 


Finalmente, con la excusa de un problema de vista, dejó sus estudios y se centró en sus dos pasiones: la música, en la que continuó siendo mediocre, y las mujeres, pasión que le generó numerosos problemas, obligándole a huir y cambiar de nombre por culpa de maridos celosos. 

En 1929 se casó con una jóven de 16 años, Virginia Travis, que murió en el parto de su primera hija. Robert se refugió en el blues y el alcohol y comenzó a viajar siguiendo a los grandes músicos, hasta que decidió volver a Hazlehurst, donde se casó y formó una familia con Esther Lockwood.

De repente, Robert, que nunca había destacado por su música, se convirtió en una de las grandes figuras de la música, por lo que se cree que pudo hacer un pacto con el diablo.

Se dice que vendió su alma en un cruce de la autopista 61 con la 49 en Clarksdale, Misisipi, a cambio de tocar la guitarra mejor que nadie durante 8 años. Esperó en el cruce con su guitarra hasta la medianoche. El diablo apareció, e hicieron el trato.

Robert Johnson tocó por todo el sur de Estados unidos. El público afirmaba que su guitarra sonaba como si fueran dos, y que su voz podía cambiar de formas. Las letras de sus canciones trataban de desesperación religiosa y demonios interiores. Aquí podéis ver los vídeos de dos de ellas, Crossroad blues, en la que habla de un cruce de caminos, y Me and the devil blues, donde dice: “Early in the morning, when you knock at my door, Early in the morning, when you knock at my door, I said Hello Satan, i believe it’s time to go”. (Temprano por la mañana, cuando golpeas mi puerta, digo: Hola Satán, creo que es hora de irnos).

En uno de sus conciertos fue descubierto por un promotor musical. Entre 1936 y 1937 grabó toda su obra, 29 canciones. Para realizar estas grabaciones usó su guitarra Gibson medio destruida, de la que nunca se separaba, y de cara a la pared. Los miembros del estudio hicieron correr el rumor de que era para que no le vieran los ojos poseídos, aunque los músicos afirman que era por razones de acústica. Otra de las "características" de Robert Johnson era su capacidad de escuchar la radio de fondo y poder reproducir correctamente las canciones al día siguiente por orden.

En 1938 en Greenwood, South Carolina, el diablo se cobró su deuda: Robert había seducido a la mujer del dueño del bar, el Three Forks. Le dieron una botella de whisky abierta, pero antes de que pudiese beber, otro músico se la quitó y la rompió, diciéndole que no debía beber de una botella abierta. Le trajeron otra, abierta también, de la que bebió. En mitad del concierto, dejó su guitarra y salió a la calle. Deliró durante tres días hasta que murió envenenado por la estricnina de la botella de whisky.

A pesar de que en "Me and the devil blues" pidió ser enterrado al margen de la carretera, existen tres tumbas que supuestamente contienen sus restos.